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domingo, 13 de mayo de 2012

Operación biquini

Todos los años, al llegar estas fechas, me encuentro en la misma incómoda situación, todo por culpa de las "remalditas" vacaciones veraniegas. Cuando era pequeña, porque me daba una rabia horrorosa ver los anuncios de la gente en la playa, tomando el solecito y tan contenta, mientras a mí me quedaban siete exámenes. Ahora, porque oigo la consabida expresión "operación biquini" y me pongo de los nervios. Hoy mismo, tengo puesto el telediario de no sé qué cadena y empiezan con la gaita. Lo primero que sacan, un puñado de gordos peludos haciendo "spinning". Pero bueno ¿es que estos tíos se van a poner, relamente, un biquini? Mira que lo dudo. ¿No sería más honesto denominarlo "operación morsa"? Así estaríamos todos incluídos, sin distinción de sexo o tipo de traje de baño que usamos. Porque yo, si mal no recuerdo, hace unos cuantos siglos que no gasto biquini... Creo que podría contar las veces que me he puesto uno.
Y con razón, porque siempre que he cometido ese enorme error, ha habido algún gaznápiro con una cámara de fotos a mano para inmortalizar un momento tan terrorífico. Por ejemplo, en un viajecillo a Creta, me encontré con que no se me habían secado los bañadores y tuve que colocarme la prenda de marras para darme un remoje en la playa de un sitio que se llamaba algo así como "Malia" (no recuerdo cómo se escribe, ni falta que hace). Yo pensé "bueno, estamos en Grecia, no me he encontrado todavía a nadie de Horche - que sería lo lógico -, pues vamos a hacer un poco el ridi sin consecuencias". Jajá. Resulta que la arena estaba tan caliente y nosotros tan lejos del agua, que había que echar una breve carrerilla si querías conservar los pieses, tanto a la ida como a la vuelta. Así que allí estaba yo, haciendo saltar mi tonelaje por una idílica playa mediterránea, muy feliz por no ser una famosa que tuviera detras una recua de "paparazzi" o como se escriba que pudieran captarme en una situación comprometedora...
Qué poco dura lo bueno. A la vuelta de nuestro viaje nos intercambiamos unos cuantos cedés con las fotos y, al cotillear el que me había pasado mi amigo Jose, ahí estaba, "la (oronda) sirenita", con su biquini de rayas, como Eva María, pero en gordo, con una cara de estar a punto de decir "¡iejeeeeeee!", en vez de "¡ay, quémaaaa!". Pero qué jodío y no me había dicho nada, el muy malvado.
Desde entonces se la tengo jurada y confío en verle con una pinta redonda y ridícula. Lo malo es que, como pesa unos cuarenta y siete kilos, dudo que lo consiga en los próximos lustros y, para entonces, ya le habré perdonado su cabronada. En el fondo soy muy buena y así me luce el pelo. Snif.
Bueno, creo que me estoy yendo por las ramas.
Volviendo al reportaje de la tele: te dicen, con muy buen criterio, que tienes que empezar a practicar ejercicio frecuente, ordenado, supervisado y no sé cuántas cosas más, el mismo día que guardas el bañata hasta el año siguiente. Un par de horas corriendo, otra de aerobic y una de clavo para estirar las "piennas". Al mismo tiempo, debes iniciar un régimen de comida sanasanísima y, por supuesto, muy poca. Y evitar el consumo de alcohol, que aprovechan cualquier momento para prohibirte las cañejas. Y que no fumes, que te deja la piel hecha cisco. Más los masajes anticelulíticos, untarte no sé qué potingues que aseguran "estar testados en mujeres" (¿cuántas?) y dar mejores resultados que otras cremas de más de 150 euros. Pero bueno, con la que está cayendo ¿quién cojones se gasta 150 napos en una crema?
Total, que pasas un invierno de puta pena, te gastas lo que no está en los escritos en gimnasios y cremas y yo qué sé qué más, para lucir un dudoso tipín. Y digo dudoso porque todos, en el fondo, somos de los que "no, si yo no como mucho, es que tengo el metabolismo lento" y al final, después de tanto esfuerzo, has conseguido bajar dos kilos, en vez de los veinte que te sobran, tienes tendinitis hasta en las orejas por hacer el burro en el gimnasio, déficit de vitaminas por no comer más que mierda y, el día que te hartas, te pones hasta el culo de birras, porque las echas de menos, después de un montón de tiempo sin catarlas. Encima, te las tomas con unas tapitas que no son, precisamente, de acelgas.
Y todo esto, en mi caso, para los cuatro (y los tengo bien contados) días que vas a la playa o la piscina y que te pasas debajo de la sombrilla, embadurnada en crema factor 60, que luego ni se nota que has ido, ni nada. Para colmo, como estás un poquillo en penumbra, notas claramente lo mal que te has hecho la cera, que te quedan pelos por todas partes.
Vamos, que ahí estás, gorda, peluda y pringosa, mirando con envidia a todos aquellos que, pasándose el tema de la operación biquini por el forro, se animan a pasear sus lorzas ante quien esté dispuesto a mirarlas y ahí se las den todas.
Por eso prefiero veranear en mi pueblo, porque a la piscina sólo van niños pequeños que están a otra cosa, no a tus kilos. Que tratar de seguir las normas de la "operación biquini" no sólo es inútil, sino también un estrés y un sinvivir.

10 comentarios:

  1. Lo de gorda peluda y pringosa parece hecho para mí!!!! Muy bueno!!! De todas formas, yo dejé de hacer el indio el día que descubrí que no sólo Zara vende bañadores y que en la sección "Tallas de Elefante" del Corte Inglés los hay incluso que me están grandes a mí! Eso significa que hay gente máaaaas que yo, con lo cual, paz en la Tierra y en la playa, cervecitas. Hale, chicas, despreocuparos de una vez!

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    1. Pues eso mismo digo, adelante, chicas, dejad a las flacuchas sufriendo y a disfrutaaaaar...

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  2. mierda, he escrito un comentario de tres palmos y al darle a publicar se me ha borrado todo. esto sí que es un puto estrés y un sinvivir.

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  3. Bueno, chicas, decía que me gusta vuestra versión de la operación biquini, pero que yo como estoy casada con un obsesivo-neurótico-odia gordos, entendiendo por gordo cualquier persona que no tiene pinta de anoréxico de ésos de documental de la OMS, llevo desde el lunes a plan, tres días contando hoy, con un régimen que me puso el endocrino hace nueve años y con el cual perdí catorde, digo catorce kilos en siete meses. Tres días digo, y ya estoy hasta los huevos (perdón)ya que ahora tengo nueve años más y mucha, mucha más mala leche. En aquel entonces consideré que me era más barato y fácil adelgazar que divorciarme, pero hoy día, no sé, no sé... los que conocéis a mi ksto sabéis que lo tengo complicado.
    Respecto a lo de peluda, lo estoy solucionando con el láser, estoy encantada de verdad, y lo de pringosa, aunque con la menopausia sudo como un pollo, una duchita a la semana, por ejemplo, y nueva. Pues sí, tenías razón sister, al final todo es un estrés y un sinvivir.

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    1. Verdades como puños, querida hemmana. Ya me contarás por cuánto te sale el láserdisk ése...

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  4. Que lo que quiero decir, al final, es que el viernes me pienso tomar unas birras, como Dios manda.
    Ah, y que ¿por qué sale la tontuna ésa de demuestra que no eres un robot y escribe estas dos palabritas?

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    1. Como es de ley...
      Lo de las palabrejas, como yo entro directamente por mi escritorio, que para eso soy la blósmáster, pues ni idea. Con el cambio de la interfaz por google salen unas tontunicias que ni te cuento: a Marisol le desapareció la brujita, a tí se te borran los comentarios (creo que le pasa también a Fer) y a mí me toca escribir a ciegas porque no veo la pantalla de texto. Requetesnif...

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  5. Lo del laser da igual lo que valga, yo ya no tengo remedio y me apaño bien con la silkepil, pero en cuanto Lucía tenga 18 o menos si hay que firmar, a por ellos, (los pelos digo) que todo lo que te cuesta el laser te lo ahorras en esteticista y en tiempo.

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    1. Pobres pelos, ellos empeñados en protegernos del frío y nosotras atacándolos con las pinzas, epileidis y demás historias... Snif.

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