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sábado, 18 de febrero de 2012

A ver cuándo quedamos... tururú

No sé cuántas veces habréis pronunciado esta absurda frase pero yo, probablemente, unas noventa y cinco mil. Y, a medida que la repito, cada vez me convenzo más de que es un tontuna como la copa de un pino. Porque, con la mano en el corazón: ¿os apetece realmente quedar con toda la gente a la que se la decís? ¿Sí? Troleros, que no os lo creéis ni vosotros.
Ya sé que me vais a decir que la frasecita de marras es un lugar común y que, aproximadamente una vez de cada veinticinco mil sí os apetece, de verdad verdadera, quedar con alguien a tomar unos cacharros y  dejaros llevar por la nostalgia. Bueno, vale, admitimos barco...
Pero (y ésta es la buena) ¿conseguís quedar con estas personas? ¿A que no?
En cambio, no me preguntéis por qué, siempre hay facilidades para juntarte a comer con gente a la que no quieres ver ni en pintura...
Un ejemplo, por ejemplo: coincides, normalmente en un funeral, con alquien que hace siglos que no ves y claro, no vas a decir "hombre, qué ilu verte", porque no son eventos para estar muy alegre, que se diga. Así que guardas las formas, charlas un ratejo, tomas un cafetín, si se tercia y ya, a lo último, dices el topicazo completo, con todas sus letras: "a ver si quedamos un día a comer, que sólo nos vemos en estas ocasiones".
Lástima que no haya nadie dispuesto a enfatizar tus palabras dándote un sonoro collejón. Al contrario, todos, como pardillos, nos intercambiamos los teléfonos... y perdemos los papelillos automáticamente.
Luego (pero muy luego, como once siglos después), alguien te comenta "pues el otro día vi a Ermengarda" y tú contestas "jo, hace siglos que no la veo" y te dice él (o ella) "pues hemos quedado en organizar una comida" y tú "ah, guay, avísame".
Y luego pasa que te avisa y ese preciso día tú tienes masajes anticelulíticos (o cualquier otra coseja) y no vas; o resulta que te dicen: "hemos quedado a comer con Chindasvinto (bieeeeeeen) y viene su prima", ya sabes, la bruja ésa que te caía como el culo (hay que joderse); entonces cambias la cita, para tener ese día los masajes anticelulíticos y contestas "uy, qué faenaaaa, un año para conseguir que te reciba el doctor Tal, que ya lo he pagadooo, pero qué peeeeenaaaaa..." mientras haces gestos obscenos al teléfono con el dedo medio.
También puede pasar que, decididamente, nadie tenga tiempo para organizar nada (lógico, por eso lleváis veinte años sin quedar)... ni ganas... o ambas cosas a la vez. Entonces se queda todo como estaba, hasta el próximo funeral (y por muchos años, oye).
En cambio, con qué facilidad te localiza la asociación de antiguos alumnos, caray. Un día te dejan un mensaje en el contestador, del tipo de: "¡Holaaaa! Soy Empollónez Repugnántez, secretario de la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio del Moco Verde. Estamos organizando la reunión de la promoción del 85, que se cumple el no sé cuántos aniversario. Por favor, ponte en contacto con nosotros en el número tal o en el grupo de Facebook "yo también soy un hortera". Y tú piensas "coño, Empollónez, pero si le llamaban la Morsaaa".
Decides que va a ir su abuela a la reunión, probablemente en bicicleta. Pero no te creas que va a resultar fácil porque alguien, no sabes muy bien cómo, se ha hecho con tu número de móvil y empieza a darte la tabarra malamente.
Al final, para que te dejen en paz, dices que sí, que vas... momento que aprovechan para pedirte cien euros en concepto de envío de cartas y merienda.. Así que pides el número de cuenta y pasas de todo. ¿No te jode? ¿Pagar cien napos para ver a la Mooorsa? Ignoras llamadas durante un mes y luego, cuando ves a alguien conocido que cometió el error de asistir a tamaño bodrio, te alegras secretamente al saber que tooooodos, sin excepción, son tan pringados como tú y están igual o más gordos.
Luego está el amigo inasequible al desaliento, que llama, llama y requetellama para quedar hasta que lo consigue... quince o veinte lustros después y, por supuesto, con importantes bajas: uno, porque tiene mocos; otro, porque no encontró canguro para su hija de veintiocho años; otro, que vive en Vladivostok y tú, que estás en los masajes anticelulíticos.
Después te ponen los dientes largos contándote lo bien que lo pasaron y te prometes a tí misma que no fallarás a la próxima... Pero lo haces, porque a la próxima se apunta la bruja que te cae como un tiro... O peor, el convocante vuelve a ser la Mooorsa, o el encargado de organizarlo pierde el papelito en que apuntó tu número.
En fin, cuando no puedes, porque no puedes, cuando sí puedes, porque no te apetece, cuando te apetece, porque no tienes ganas de ver a nadie, cuando las tienes, porque nadie puede quedar... Esto de reunirte con los amigos es un estrés y un sinvivir.

6 comentarios:

  1. Verdaderamente, me alegro de ver que no soy la única que lleva puesto un cartel de "antisocial-antipática-antireuniones-antigualla", que a tí te lo van a poner en breve. Debe ser cosa que hace la edad, porque cuando tenía 20 años lo mismo me daba ocho que ochenta, dos cervezas más, todo un poco más nublado y asunto concluido. Ahora para una reunión de ésas raras no me pillan a mí ni loca. Bueno,sí, hay unas frikis frikis que no me perdería por nada del mundo: las cenas de los padres del cole de Lucía: descubrir que la rara es una misma y no el resto, éso sí que es un estrés y un sinvivir...

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    1. Yo hay reuniones que no me perdería y otras que, directamente, no me pierdo. Pero todavía me tiemblan las "piennas" de recordar la de antiguos alumnos. Eso sí que tuvo que ser un estrés y un sinvivir. Y no es que lo diga yo, sino que lo dice todo el mundo...

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  2. Hijas mías, yo soy mucho, mucho más antipático-borde-cardo... he pasado por doscientas actividades y todos los grupos representativos correspondientes a ellas, y sin embargo nadie me llama para quedar, será porque en los tiempos en los que las realizaba no existían los móviles (los teléfonos, que los del crimen, sí) ni me encuentro a nadie en ningún sitio, será porque no salgo más que a los bares de mi barrio o de mi pueblo. Esto si que es un estrés y un sinvivir, porque significa que soy más vieja de lo que quiero reconocer. O, ahora que caigo, a lo mejor soy mucho más vieja y soy la única superviviente de la promoción del 74 y por eso nadie me llama. Gua.

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    1. Pues a lo mejor podías organizar una reunión zombi, sería muy divertida. Por otra parte, "a ver si quedamos" a tomar unos pisquitos.

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  3. Esto me recuerda que en todas todas las bodas de mis primos y primas, por ambas ramas de la familia, intercambiamos teléfonos, moviles y fijos, porque esta vez si que si que nos vemos en las fiestas de Horche. Este año seguro que sí. Esto lleva pasando desde la primera de esas bodas, que ya ni recuerdo en que año fue, eso sí, nos lo pasamos genial en ella.
    Y en cuanto a las reuniones de antiguos alumnos, la mejor de mis épocas de estudiante sucedió en un centro escolar hoy desaparecido, motivo por el cual se han perdido todos los archivos y no se puede localizar a ningun antiguo alumno. Por eso será que nunca nos hemos juntado, o porque pertenecíamos a una generación tan idealista que nos quedamos colgados en esos ideales y no existian los teléfonos.
    Eso si que es un estres y un sin vivir

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    1. Qué gran verdad. Todo el mundo asegura que este año va a venir a las fiestas de Horche... Snif.
      En cuanto a las reuniones de antiguos alumnos, sigo opinando que horrorhorrorhorror, como una amiga que decía: "eso, le cuento a todo el mundo que no acabé la carrera y que, con diecinueve años, me marché a vivir con un tío". No queda bien, de verdad. Es mejor echar unas cañejas cuando se puede.

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