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domingo, 9 de enero de 2011

¿Para cuándo una ley anti sobaco?

He pasado estas fechas tan entrañables ajena al mundanal ruido y sus polémicas y envuelta en la vorágine y las resacas de fin de año y la emoción de los Reyes Magos, que han vuelto a olvidarse de mi Barbie (snif). Pero vuelvo a la vida, con las fuerzas renovadas y me encuentro con la prensa escrita, la tele y los colegas dando vueltas y más revueltas a las últimas novedades legislativas, así que, despertada mi vis crítica, hago esta breve reflexión por si alguien me lee (¿estáis ahíiii? No dais señales de vida, so golfos).
Creo que la sociedad ya está madura para una ley anti sobaco, si bien éste sería un nombre muy genérico, pero paso a explicarme:
Alguna vez, cuando entráis en un rebosante y sudoroso vagón de metro, ¿no habéis sentido lo que creíais un patadón en la pituitaria y que ha resultado ser una vaharada a sobaquillo guarrindongo? Seguro que sí. En una ocasión tuve que bajarme en una parada que no era la mía, porque me estaba mareando. Posiblemente se trataba de un ensayo de armas de destrucción masiva en el metro pero yo, ajena a los tejemanejes políticos, creí que tan sólo (sí, con acento, lo siento mucho, pero los Reyes tampoco me han traído la nueva ortografía, así que, hastat que la tenga, os fastidiáis) se trataba de un gorrin@. Por una vez, había acertado. Ningún servicio secreto parece ser aún capaz de aprovechar el potencial del arma odorífera.
Pero eso no es lo peor, en algunas ocasiones, cuando cojo el bus para ir a currar, tengo que taparme la nariz con la braga, porque alguien de mi entorno se ha tirado un pedo. Bastante jodido es ir a trabajar, para, encima, sufrir tamaña agresión. Además, esto genera situaciones mucho más comprometidas que las del sobaco silvestre, porque pesa en nuestro subconsciente colectivo la consabida frasecilla del acervo popular "el que lo huele, debajo lo tiene", así que no puedes ponerte a mirar muy claramente, buscando al culpable, haciendo aspavientos con las manos y mascullando frases como "joder, qué horror", no vayan a creerse que has sido tú. Y es algo terrible, porque se conocen casos de líneas de largo recorrido, como el Jódar-Vladivostok, que han tenido que desalojar a sus viajeros en el arcén, temeroso el conductor de estar sufriendo un ataque biológico... y lo era, vamos, creo yo.
En otras ocasiones he estado a punto de pedirle a algún viandante un mordisco a su bocata de cabrales, antes de descubrir que eran sus zapatillas las responsables de tan repulsivo efluvio. Y ¿qué me decís de algunas señoras, envueltas en sus abrigos, que se rocían de apestosa colonia, pero no acercan el jabón a ciertas partes de su cuerpo, supongo que por decencia? Cuando te toca compartir ascensor con alguna, es terrible, tienes que practicar expresiones de yoga para no decir nada.
Pues sí, creo que la ley anti sobaco debería imponer gravosísimas condenas a todos estos desconsiderados que contaminan la atmósfera con sus efluvios corporales y, encima, miran para otro lado. Porque al fumador, siempre le pillas, lleva el cuerpo del delito en la mano, pero ¿quién se acerca lo suficiente a alguno de estos antisociales sin correr el riesgo de morir atufado? Y, ¿cómo le vas a decir a una noble dama enfundada en abrigo de pieles, "lávate el chirri, tía, que no encoge"? ¿Cómo vas a proponer a un patudo adolescente que el mejor lugar para sus flamantes super zapas es un muladar, preferentemente a varios kilómetros de la civilización? ¿Y sugerir a un enorme caballero una marca de desodorantes y otra de lavadoras?
En fin, que son nuestros políticos quienes deben tomar cartas en el asunto y diseñar esta tan necesaria ley, que impida el acceso a los transportes públicos a todos sus transgresores, grave con impuestos especiales a los que, por gorrinos, se benefician de una factura más baja de consumo de agua y proponga un plan renove para calzados que andan ellos solos.
Creo que el escollo más difícil de superar para el desarrollo de una ley de estas características será el permitir que los menores de edad, no sólo se laven y perfumen por sí mismos, sin requerir el consentimiento de sus padres o tutores, sino que puedan denunciar, por guarros, a los que ostentan su custodia, si fuera menester...
Porque, reconocedlo conmigo, desde que no se puede fumar en los bares, los efluvios de todos estos gorrinos se transmiten mucho más y, si no le ponemos pronto remedio, esto será un estrés y un sinvivir.

7 comentarios:

  1. Y ni te cuento cuando te subes en el autobús en verano y vas con Lucía Guzmán, que puede tener cuatro años, taparse la nariz y decir "mamá, este señor huele muy mal, no se ha puesto colonia" y se queda más ancha que larga, y su madre le dice "sí, hija, huele fatal, anda, vámonos al lado de la puerta". Cualquier día nos parten la cara.
    Pero sí te digo que fuimos el día de Reyes a tomar el aperitivo a un bar que ha reabierto después de estar cerrado diez años, y que era super típico en Zaragoza, Espumosos, y que fue una agradable sorpresa salir sin tener que tirar toda la ropa a la lavadora, lo que es posible, solo posible, que nos convierta en unos guarros que no se cambian de ropa.... Y por otro lado, ni que me regalen ni que no la nueva ortografía me la voy a estudiar, no al menos hasta que la Primaria o la ESO de mi hija me lo requiera. No tengo nada claro que tengamos que escribir todos igual. Los anglohablantes escriben y hablan diferente en Londres que en Brisbane y no se dan tanto mal. Pa mí, que el que no tiene que hacer, con el culo mata moscas......

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  2. Como siempre, hermana, tienes más razón que un santo, pero yo, el otro día que estuve en un garito ilegal, cuando me quité la ropa al llegar a casa, exclamé al borde del éxtasis "¡Cómo mola mi ropa! ¡Con su olor a tabaco de una noche, como Dios manda!" (mi ksto es testigo, palabra), con lo cual presiento que si sigo frecuentando estos lugares (ojalá) no tendré más remedio que seguir lavando la ropa aunque, como dicen mis hijos, no esté sucia.

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  3. Que sí, que te leemos.
    Prueba a oler el cajón de la ropa de MOTO de enduro, en la legaña, verás lo que es olor.
    Marisol el sitio ese ilegal no es de está provincia.?

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  4. No, Taza, no lo es,lo sabes muy bien porque estuviste conmigo y te llevaste parte del tufo. Por cieerto, en lo del cajón de la legaña tienes más razón que un santo, se nota que eres de la familia.

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  5. Ay,Taza, si tú no fumas...
    Lo de oler el cajón de la ropa de moto de la legaña, casi lo dejo para otro día, que una de las últimas veces que pasé por allí andaba Luis sacando barro a manguerazos de su máquina y me puedo imaginar cómo está el resto del equipamiento... "Eau de sobaque", la nueva fragancia, by Padre.
    Ah, Soplíllez, puedes aprovechar para orear tus vaqueros cuando sacas al patio los calcetines desparejados, a mí me suele valer con un día en la terraza: mis cosas pasan, de oler a tabaco, a oler a demonios. Además, se engorrinan de homo de coches y cacafús varias y ya puedo meterlas en la lavadora sin cargo de conciencia.

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  6. Ya te decía yo, Elenita: semanarios de bragas como los de pañuelos que me regalaba a mí mi abuela les daba yo a más de una. Que sí, maja: esta para el luuuuuuunes, esta para el maaaaarteees... Y que luego digan que los hombres son guarros... Un tour les hacía yo por los baños de señoras de ese sitio que tú y yo conocemos... ;-)

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  7. Tú dí que sí, criaturilla. Yo tuve un semanario de baberos, cuando era pequeña, el de bragas me parece algo genial. Sólo que a algunas de éstas les vendría bien contar con seis o siete (ya que no se lavan).
    Podríamos hacer una página web con fotos de baños. Probablemente la seguirían montones de guarros.
    Y eso que algunas tienen la suerte de poder contar, no ya con un contendor, sino con un simple cubito... Un estrés y un sinvivir, te lo digo yo.

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