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viernes, 3 de diciembre de 2010

Porque lo digo yo, que soy tu madre

A petición del oyente (que se admiten, de verdad, sólo hace falta que las sugerencias me molen, si no, ¡anda yaaaaa!), escribo esta fermosa entraduela sobre el folklore materno que, como la canción del "cumpleaños feliz", es algo que todo el mundo, sin excepción de edad, sexo o condición, conoce. Estoy segura de que, cuando oís a alguna madre por la calle, recitando a un sufrido hijo con cara de "Jesús, qué coñazo" alguna de las frases escritas con letras de oro en el tesauro maternal, sólo os hacen falta un par de palabrejas para que vuestro cerebro complete el resto.
El caso es que, como no soy madre, ignoro en qué fuentes beben ellas para decir siempre lo mismo, tal vez en las suyas propias (las madres, quiero decir). Significaría, pues, que se trata de una mutación genética. O, tal vez, exista ese diccionario que acabo de mencionar más arriba, igual que los hay de dichos célebres o de refranes de Sancho Panza en "El Quijote".
Un ejemplo, por ejemplo: este verano me comentó mi amigo Fran que había un grupo en Facebook que se llamaba "Señor, llévame pronto", que posiblemente sea una de las sentencias más lapidarias del vocabulario de las máaaaaammaas, normalmente relacionada con tropecientos hijos pequeños haciendo el besugo, el salón lleno de mierda, la tele a todo volumen y otras cosas que, por mi tara anteriormente mencionada (la de no tener hijos), no alcanzo a comprender. Tened en cuenta que, al ser un terreno en el que carezco de aptitudes (frasecita que leí en el libro de Harper Lee "Matar un ruiseñor" y que, aunque se aplicaba a otra cuestión - concretamente la de poder mear de pie -, viene efufenda para incluir aquí) se me escapan algunas cosas en este asunto. Así que ya podéis hacerme comentarios explicativos, coño, que me dejo yo aquí los cuernos escribiendo. Creo que estoy divagando.
Prosigamos. ¿Que te lleve pronto el Señor? ¡Ya quisieras! Primero te toca poner orden en el caos aunque, como hija, nunca me ha parecido que hubiera tanto revoltijo que resolver...
Hasta el día de hoy, dudo de la eficacia de la expresión: no creo que el Señor se haya llevado pronto a ninguna madre después de producirse el desaguisado. Ah, se sienteeeee. Es algo inherente a la condición de madre, que los hijos den por culo. ¿No estáis de acuerdo? Pues mi bisabuela, en esos casos, decía "te hubieras hecho obispo y estarías echando bendiciones" (¿a que es la caña? Eso sí que es una buena frase, caray).
¿Quién no ha escuchado, al menos, un millón de veces, la ya cargante "me vais a quitar la vida"? Pero bueno, ¿para qué? ¿Y a quién le damos la plasta luego? Que no, de verdad, que no te la quitamos, sólo la hacemos más interesante con nuestras fantásticas ocurrencias. Pero bueno, también entendemos que, sin ocasión para echarles la bronca a los hijos, ¿qué sería de nuestras madres en sus horas bajas?
Pero creo que, la expresión que resume más claramente la idiosincrasia materna es la que da título a esta entrada. Desde mi humilde punto de vista, no ha existido nunca un planteamiento tan rotundo y, a la vez, desarmante. Efectivamente, las cosas son como son, porque te lo dicen ellas, que son tus madres (todas, ¡ah, no! ¡Socoooorro!). No sé cómo no me había dado cuenta antes. Yo filosofando sobre el origen de la vida y cosas más profundas aún, y no comprendía que la explicación era así de simple.
Es más, creo que deberían dar clases, en los clubs de debate, para aprender a pronunciarla en el tono realmente efectivo - medio histérico y chillón -. Así, cuando alguien quisiera, realmente, cerrar la discusión, sólo tendría que decirla y ganaría el que mejor interpretara el papel materno. Porque, en serio, no creo que haya argumento mejor que este, salvo, tal vez, uno que copié de Stephen King y que digo algunas veces, cuando me preguntan por qué no he hecho algo: "Es que tengo un hueso en la pierna". Morrocotuda, nuestras madres deberían incluirla también en su acervo.
Porque a veces pienso que las madres han diseñado una wiki, para la cual sólo recibes clave de acceso si puedes acreditar haber parido dos o tres niños, y que alimentan con sus propias expresiones folklóricas. Yo creo que es así:
Meten una frase como entrada y, en la definición, ponen el tono en que hay que decirla, el volumen y, sobre todo, la ocasión apropiada. Algunas, seguro, son capaces de poner varios ejemplos para ayudar a sus colegas. Tengo que averiguar cuál es la dirección, pero mucho me temo que mi madre, que no se atreve ni a quitarle el polvo al ordenador, no participa. Es una lástima, se pierden un tesoro...
En fin, he dejado para el final, la siempre repetida y nunca suficientemente valorada "¿qué horas son éstas de venir?" porque tiene una respuesta muy fácil e igualmente desarmante: mirar el reloj y decir la hora... A mí me funcionaba, al menos un par de segundos. Vamos a ver ¿es que nuestras madres no tenían reloj? ¿No había uno en la cocina, por si acaso? ¿No se oía en vuestro pueblo el de la iglesia? ¿A qué preguntar lo obvio? Es como lo de "¿te parece bonito?". ¡Pues claro que sí, coño! En caso contrario, no lo habríais hecho.
Total, que cada día me voy convenciendo más de que, en realidad, todas estas frases no se crearon en las malignas mentes de nuestras madres, sino de las suyas y, además, no fueron hechas con el propósito de que les diéramos respuesta (nosotros siempre tan literales), sino que son una forma elegante de no decir siempre lo mismo, que vendría a ser "estoy hasta el coño de todos vosotros.. sin excepción". Es decir, un se trata, como en el caso de mi blog, de un ejercicio literario, de ahí la wiki.
Por favor, no dejéis que vuestras madres sigan alimentando tan pernicioso sitio, ampliarán su repertorio de locuciones y nos pondrán la cabeza como un bombo y eso sí que será un estrés y un sinvivir.

2 comentarios:

  1. Soy madre, ergo no tengo remedio. En mi descargo obra la circunstancia de que me juré en el mismo momento en que me quedé embarazada, que nunca diría "qué horas son éstas?" porque había una canción de Golpes Bajos que decía éso: "donde has estado, que horas son estaaaas", y luego tampoco diré nunca "porque lo digo yo, que soy tu madre" porque la primera vez que la dije la repollo de mi hija me saltó: " y qué es más importante, que seas mi madre o que tenga yo razón que soy tu hija?", sí, queridos, y como tenía 4 años me quedé Pati Difusa, en dos palabras y dije, guapa, cómo no seas un poco más original ésta te da sopas con honda antes de cumplir los seis.
    Nuestras madres y sus frases están en peligro de extinción, porque nuestros hijos ya conocen google y otros lugares donde encontrar respuestas a todas sus preguntas, y a nuestras frases lapidarias. La mejor es la de Carlos Espada a sus hijas de 2 y 4 años: "porque mientras la llave de casa la tenga yo o te vas a la cama o duermes en el rellano, tú misma". Ya sabéis, en el momento en el que se pueden llevar la llave por sí mismos, no hay frases que valgan... Que los hijos crezcan, eso sí es un estrés y un sinvivir de primer orden.

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  2. Es una lástima pensar que frases tan fermosas y entrañables van a desaparecer. Snif. En serio, hay que diseñar una wiki antes de que sea demasiado tarde...

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